Cabeza de terracota, manos y pies de madera.
Ojos de cristal pintados en la parte trasera.
Vestido de seda cosido a mano.

Accesorios: frutero encerado.

El noble personaje femenino del belén es como una encarnación de la gracia y la nobleza, una figura que destaca por su elegancia y dignidad. Vestido con telas finas y envuelto en colores majestuosos, transmite una sensación de refinamiento y clase.

Su mirada es feroz, pero gentil, y sus manos están colocadas con gracia, casi como si estuviera impartiendo una bendición silenciosa. Los detalles de la ropa, cuidadosamente bordados y adornados con joyas brillantes, subrayan su prestigiosa posición en el belén.

La mujer noble del belén evoca emociones de respeto y admiración, como si su presencia trajera consigo un sentimiento de autoridad y sabiduría. Es un faro de estabilidad en la narración, un punto fijo que encarna los valores de nobleza y elegancia.

Al mirarlo se percibe una conexión con el pasado, una referencia a épocas en las que la nobleza era sinónimo de responsabilidad y nobleza de alma. Su figura es una oda a la belleza eterna y la fuerza silenciosa que puede residir en una mujer noble.

En este contexto navideño, el noble personaje femenino del belén añade un toque de realeza y nobleza a la representación del nacimiento de Jesús, transmitiendo un mensaje de dignidad y veneración.